Aquiles
Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, fue uno de
los grandes héroes de la mitología griega. De todos los que lucharon en la
Guerra de Troya fue el más reconocido. Su papel en la guerra fue decisivo para
la victoria de los griegos, pero eso no significaba que pudiese asistir a la
caída de Troya. Pese a sus cualidades sobrehumanas, Aquiles era mortal. Su
muerte fue anticipada y, al contrario que otras figuras como Heracles
(Hércules), no le esperaba la edificación, sino una vida de desesperanza en el
mundo de las sombras. La extrema fortaleza, crueldad, arrogancia y belleza de
Aquiles se convirtió en el prototipo de todos aquellos que quisieran pagar por
vivir una vida ilustre, peligrosa y acelerada. Este tipo de vida siempre
conlleva una muerte prematura, tal y como muestran los ejemplos de Alejandro
Magno, conquistador macedonio que admiraba al propio Aquiles, e incluso otros
más recientes como el de James Dean, Jimi Hendrix, Ayrton Senna o Barry Sheen.
Al principio, tanto Zeus como Poseidón cortejaron a la
encantadora Tetis, hija de Nereo, dios del mar, pero como debido a una antigua
predicción el hijo de Tetis superaría a su padre, se convirtió en esposa de
Peleo, rey de Fitia en Tesalea. Durante su magnífica ceremonia de bodas se
sembraron las semillas de la Guerra de Troya cuando Eris, diosa de la discordia,
arrojó una manzana dorada sobre los invitados. Iba destinada a Hera, la diosa
más bella, pero Atenea y Afrodita iniciaron una pelea con ella para dilucidar
quién merecía la manzana, siendo Paris, príncipe de la corona de Troya, el que
juzgó finalmente a petición de todos, con un resultado desastroso.
Tetis sabía que su hijo se convertiría en un destacado héroe,
pero también sabía que no llegaría a alcanzar la madurez. Con todo el amor que
le podía dar, hizo cuanto pudo para cambiar su destino, hasta bañar a su hijo en
las aguas de la laguna Estigia que conducía al Averno para hacerle inmortal. Y
casi lo consiguió, pero cuando sumergió a su pequeño en el agua, el talón por el
que le sujetaba quedó fuera del agua yeso provocó que siguiese siendo mortal.
Finalmente fue el «talón de Aquiles» el elemento fatal para el héroe. De acuerdo
con otra interpretación, ante el estupor del padre del pequeño, Tetis, trató de
hacer inmortal a Aquiles acostándole sobre el fuego durante la noche y frotando
su cuerpo con ambrosía a diario.
Aquiles fue educado por el sabio centauro Cirón, que ya había
instruido a otros héroes. Entre otras cosas, Aquiles recibió una formación
intensiva en la carrera, algo que le iba a ser de gran utilidad en el campo de
batalla. Uno de los epítetos más corrientes en la Ilíada de Homero es el de
«pies ligeros».
Debido a que Tetis sabía que Aquiles corría el peligro de morir
en la batalla. le envió a la corte del rey Licomedes en la isla de Scyros, donde
se ocultó bajo la apariencia de una joven durante unos días. Sin embargo, esto
no evitó que aun así tuviese un hijo, Neoptolemo, con Deidamiata, hija de
Licomedes.
La estancia de Aquiles en el refugio no duró demasiado. Cuando
los griegos decidieron partir hacia Troya para rescatar a Helena. Artemisa
rechazó proveerles del viento necesario a menos que el comandante griego, el rey
Agamenón de Micenas, le ofreciese a su hija Ifigenia. Agamenón convenció a
Ifigenia para que acudiese al puerto de Aulis, donde se encontraba la flota, con
la promesa de casarla con Aquiles. La llegada del héroe tuvo que ser planificada
con astucia por Odisea, que llevó a cabo la tarea con gran entusiasmo. Escondió
algunas armas entre las joyas que había en las habitaciones de las mujeres en el
palacio de Licomedes. Entonces se acordó que habría un sonido de trompetas para
dar la señal de alarma, momento en el cual una «dama», que sería Aquiles
disfrazado, tendría que acudir a recoger las armas ...
Aquiles confirmó su reputación de guerrero despiadado e
indestructible casi de inmediato en cuanto llegó a Troya. Los troyanos sentían
el miedo cada vez que le veían aparecer en su cuadriga con su auriga,
Automedonte. Dos caballos inmortales, Xanto y Balio, que podían incluso hablar,
tiraban de la cuadriga. Incluso antes de empezar el asedio de la ciudad, Aquiles
mató a Cieno, uno de los hijos de Poseidón, que era inmune a las armas
ordinarias, por lo que Aquiles optó por estrangularle con la cinta de su propio
casco.
Troilo, uno de los hijos de Apolo y Hecabe, reina troyana,
murió en una emboscada que le tendió Aquiles mientras escoltaba a un grupo de
troyanas, entre las que estaba Polixena, cuando se dirigían a coger agua más
allá del recinto amurallado de la ciudad. Este hecho, no obstante, fue uno de
los más heroieos en la historia de Aquiles.
Durante los diez largos años de asedio de Troya, los griegos
llevaron a cabo diversas incursiones y saquearon las pequeñas localidades que
rodeaban la ciudad-estado. Aquiles jugó un papel principal en estos ataques.
Durante una de las incursiones raptó a la bella Briseis, a la que convirtió en
su amante. Agamenón, comandante en jefe de las tropas griegas y beneficiario de
gran parte del botín de guerra tomado por Aquiles, también tenía una amante.
Criseis le parecía mejor que su esposa Clitemnestra, a la que había dejado en
casa, si bien Criseis era hija de uno de los sacerdotes más importantes de
Apolo, y para evitar la ira del dios, Agamenón tuvo que devolverla a su padre.
Aquiles fue uno de los que más insistieron en ello y Agamenón entonces reclamó a
Briseis como amante. Como comandante en jefe no podía tolerar que nadie gozase
de más favores sexuales que él.
Aquiles tuvo que entregar a Briseis en contra de su voluntad,
pero rechazó seguir adelante con el asedio. Se había herido su orgullo y el
héroe inclusó pidió a su madre que implorase a Zeus que la fortuna de la batalla
sonriese a los troyanos, como así ocurrió. El asedio de Troya duró diez años,
con los griegos cada vez más presionados. Los troyanos incluso llegaron a
enfrentarse a ellos en su propio campamento situado junto al mar, momento en el
que Aquiles rehuyó el combate con el enemigo. No obstante, cuando los troyanos
amenazaron con incendiar los barcos de los griegos, sí aceptó que su mejor amigo
y compañero de fatigas, Patroclo, entrase en combate en medio de toda la
confusión. Patroclo se vistió con la armadura de Aquiles y se convirtió en el
héroe de la batalla, ya que los troyanos le tomaron por Aquiles, que ya se había
encargado antes de ponerles de rodillas. Pero aunque pudiese parecer el propio
Aquiles, no lo era, y Héctor, príncipe de la corona troyana, le mató y se hizo
con la armadura del héroe griego.
Aquiles montó en cólera cuando supo la noticia de que su mejor
amigo había muerto. Incluso su madre, la divinidad que le visitaba en su propia
tienda, era incapaz de consolarlo. Aquiles sólo quería vengarse y cuando Tetis
le dijo que estaba escrito que moriría poco después de la muerte de Héctor,
contestó: «Moriría en este lugar y en este momento, ya que no puedo salvar a mi
amigo. Ha caído lejos de casa y en un momento de necesidad mi mano no ha estado
allí para ayudarle» (la Iliada, XVIII). Tetis supo entonces que no podría
detener a su hijo, por lo que llamó a Hefesto para que le hiciese una nueva
armadura a Aquiles.
Vestido con su nueva armadura, el héroe se subió a su cuadriga
y se encaminó hacia el campo de batalla, donde provocó un baño de sangre entre
los troyanos. Buscó a Héctor tres veces en los alrededores del recinto
amurallado hasta matarlo y arrastrar su cuerpo desnudo con su cuadriga. Cada día
arrastraba su cuerpo por donde pasaba y sólo después de un tiempo pudo Tetis
convencerle de que devolviese el cuerpo de Héctor a su padre, Príamo, que guiado
por Hermes, el mensajero de los dioses, y con un importante rescate, llegó
personalmente hasta la tienda de Aquiles para presentarle sus respetos. Eljoven
quedó conmovido por la pena del anciano y le entregó el cuerpo de su hijo,
diciéndole que podía enterrar a Héctor en paz en un lugar adecuado. Esta
historia del resentimiento de Aquiles por la pérdida de Briseis, la entrega del
cuerpo de Héctor y su enterramiento quedó descrita de manera magistral en la
Ilíada.
Poco antes de su muerte, Aquiles se vio envuelto en una batalla
contra un ejército de Amazonas que llegaron para ayudar a los troyanos.
Consiguió derribar a su reina, Pentesilea, con su lanza, pero se enamoró de ella
al ver su cuerpo muerto sin la protección de la armadura.
Poco después de esa aventura fue herido con una flecha lanzada
con el arma de Paris, un gran guerrero cuyo arco en esta ocasión estaba guiado
por Apolo, al que no le gustaba demasiado Aquiles. El dios se aseguró de que la
flecha acertaba en su única parte vulnerable, el talón.
Tetis y las otras hijas de Nereo lloraron la muerte de su hijo
durante 17 días. Incluso las musas acudieron a su funeral para entonar un himno
de lamento frente a su pira. Después de la cremación, sus cenizas fueron
depositadas en una urna dorada que había sido forjada por Hefesto y situada en
la misma tumba en la que fue enterrado Patroclo, junto al mar.
Después se desencadenó una cruenta batalla entre los griegos
para dilucidar quién debía ser el heredero de la armadura de Aquiles. Áyax, que
había sido el que había recuperado el cuerpo del héroe en el campo de batalla,
lo reclamó para él, pero finalmente fue Odisea quien se hizo con la preciada
pieza provocando con ello el suicidio de Áyax. Odisea presentó después la
armadura a Neoptolemo, el hijo de Aquiles, para forjar un vínculo más fuerte
entre todos los griegos antes de empezar la fase más dura de la Guerra de Troya.
Poco después, el mismo Odisea se encontró con la sombra de
Aquiles en el mundo de las almas, una escena que Homero describe en la Odisea.
El héroe había cambiado de idea y ya no proclamaba aquello de que había que
vivir deprisa y morir joven.
«No me consueles en mi muerte, rey Odisea», le dijo a su
visitante del mundo de los vivos. «Preferiría ser siervo en una casa pobre en el
mundo de los vivos que rey de reyes entre los muertos» (la Odisea, XI).
De acuerdo a otra narración de los hechos, la sombra de
Aquiles, que poco antes de que los griegos salieran de Troya había reclamado a
Polixena, hija de Príamo, sobrevivió junto a Patroclo en la isla de Leuce, una
zona paradisíaca del Averno reservada para los grandes héroes. No obstante, esta
suposición parece justificar que el héroe pudiera haber preferido una vida con
luz plena en el mundo de los vivos en vez de ser una sombra en el mundo de los
muertos.
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